Las razones por las que un psicólogo no puede tratar familiares o amigos

Los motivos éticos y legales que prohíben a un psicólogo tratar a sus familiares

Revisado por Lic. Jacqueline Sabaj, Psicóloga
Jacqueline Sabaj, Psicóloga

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Jacqueline Sabaj, Psicóloga

Jacqueline Sabaj es Licenciada en Psicología especializada en psicoterapia con orientación cognitivo-conductual.


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Terapia psicológica.

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Estudiante avanzado de psicología. Apasionado del enfoque psicoanalítico.

En el campo de la psicología clínica existen varias entidades que regulan el comportamiento correcto del psicólogo, determinando lo que es ético o no dentro de la profesión. Estos códigos generalmente incluyen la famosa regla que un psicólogo no debe atender a su propia familia o amigos.

La razón por la que un psicólogo no puede tratar familiares es que el lazo familiar crea un preconcepto en ambas partes que anula la efectividad de la terapia. Esto compromete la objetividad e imposibilita los roles necesarios para el tratamiento.

Los códigos éticos de la psicología dependen del país en el que el psicólogo ejerza su profesión dado que no existen leyes internacionales. Sin embargo, todos tienen algunos puntos en común. Los códigos de ética profesional dictan que un psicólogo debe:

  • Respetar la confidencialidad. No puede divulgar datos del paciente fuera de consulta sin el consentimiento del mismo.
  • Actuar con objetividad e integridad.
  • Nunca hacer uso de títulos que no posea.
  • Un psicólogo nunca debe atender a su propia familia.

Quizás te preguntes qué impide a un psicólogo tratar efectivamente a un familiar. A continuación vamos a analizar siete razones por las que un psicólogo nunca debe tratar a su familia. 

1. No es ético

Actuar de forma ética es un pilar básico de toda el área de salud mental y la terapia (psicología clínica) no es una excepción.

Para asegurar una conducta ética por parte de los profesionales se han establecido códigos de ética a nivel mundial que buscan prevenir y sancionar conductas dañinas que atenten contra el paciente o el psicólogo.

Las normas y/o artículos expuestos en estos códigos no son arbitrarias, sino el producto de la investigación de profesionales. Responden a la lógica, buscando ser objetivos.  

La prohibición de ofrecer atención psicológica profesional a familiares o amigos cercanos es una norma constante en todos los códigos de ética el mundo.

2. Compromete la objetividad

Para ejercer como psicólogo es necesario mantener una postura objetiva cuando se trata a un paciente. Es decir que el psicólogo debe dejar de lado las opiniones personales para no cargar al mismo de datos subjetivos de la vida del profesional. Estos obstruyen el desarrollo de la sesión. 

Es tarea del psicólogo abandonar todo prejuicio u opinión previa que pueda tener sobre la persona que elige como paciente.

El psicólogo no puede juzgar a una persona previamente por su profesión, forma de vestir, estado físico, edad, sexo, orientación sexual, postura política etc. Si conocemos al paciente previamente, lo cargamos de todas nuestras opiniones y experiencia subjetiva previa a la consulta. Esto inhabilita una visión objetiva que es necesaria para llevar a cabo una terapia beneficiosa para el paciente. 

Dentro de la familia la carga subjetiva que ocupa cada miembro es enorme. Ambos comparten una historia, un pasado y un título irremovible que cancela cualquier intento de ver a la persona de forma objetiva. 

3. Los roles necesarios para la terapia no se pueden llevar a cabo

Para que una terapia se pueda llevar a cabo de forma satisfactoria es necesario que tanto el terapeuta como el paciente tengan roles marcados.  Para que estos roles existan no debe existir previamente otro tipo de relación que comprometa o minimice el rol de terapeuta o paciente. 

Dentro de una familia los lazos que se generan conllevan relaciones de poder, cariño, dependencia, entre otras. Por ejemplo la relación padre-hijo generalmente otorga al padre una función de autoridad y sostén frente al hijo.

Si llevamos esto al ámbito terapéutico, la relación familiar entre padre e hijo, por ejemplo, impone los roles y expectativas del uno al otro por encima del trabajo psicológico. Impide también la objetividad y distancia emocional necesaria. 

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4. Un psicólogo no es un amigo

He escuchado decir muchas veces “¿por qué necesitaría ir a terapia si puedo hablar con un amigo?”. Pese a que una amistad puede ayudar a solucionar un problema emocional o práctico, esta ayuda es tremendamente diferente a la función que cumple la terapia en la salud mental.

La misma pregunta puede extenderse si existe un terapeuta en una familia: “¿por qué no puedo ayudar a mi madre, hija, hermano etc. por esta situación que está pasando?”. Por supuesto que puedes ayudarlo pero esta ayuda debe venir desde una postura familiar y no profesional.

Esta distinción es esencial para entender la línea que separa el ambiente familiar del ambiente terapéutico. La relación entre paciente y terapeuta es una relación profesional; no de amistad o familiar. 

Amigas hablando

5. La terapia no debe extenderse fuera del consultorio

La película de 1991 “¿Qué pasa con Bob?” trata exactamente de esto. Un paciente persigue a su terapeuta arruinando sus vacaciones y llevando al terapeuta hacia la locura. Este ejemplo, pese a ser una comedia, muestra los problemas de extender la terapia fuera del consultorio.

La terapia puede ser muy demandante y hasta agotadora emocionalmente. Al tener un terapeuta o un paciente dentro de la misma casa se le niega a ambos una salida o un descanso de la terapia.

Tener un recordatorio constante sobre el proceso terapéutico puede también generar una dependencia poco sana y tornarse una traba más grande en la vida del paciente que la razón original de la consulta. 

6. El paciente no debe depender del psicólogo 

La terapia tiene que servir un lugar que de poder al paciente en su vida personal, no volverlo dependiente del espacio terapéutico para vivir su vida. La terapia debe fomentar la autonomía del individuo.

Para lograr esto existen varios límites como el espacio físico y tiempos acordados que separan la terapia del resto de la vida del paciente. Una relación familiar borronea estos límites y aumenta el riesgo de que los límites entre la terapia y la vida cotidiana se mezclen. 

 Perder este límite puede generar una dependencia por la terapia en el transcurso de la vida cotidiana, generando mayores riesgos y problemas que beneficios. 

7. Complicaciones al momento del pago del arancel 

Los honorarios profesionales son una parte integral del proceso terapéutico, no solo para el terapeuta por razones obvias, sino que es parte del rol y la relación entre terapeuta y paciente.

El arancel es lo que asegura que el vínculo sea puramente profesional y pese a que muchas veces este puede modificarse dependiendo de las necesidades o complicaciones personales pero el mismo siempre debe existir.

Es fácil suponer las complicaciones que una relación familiar pueden existir al momento de un pago profesional, desde deudas previas, favores o directamente la eliminación del mismo.

Cada familia tiene su propia organización económica, sin embargo el pago de aranceles no forma parte del mismo. Y de ser introducido es probable que cause problemas en la familia y afecte la terapia. 

¿Puede un psicólogo dar terapia a un amigo?

Una relación de amistad es diferente a una relación familiar. Los límites que esta presenta son un tanto más flexibles comparados con una relación familiar. Sin embargo, todos los códigos de ética que regulan la actividad terapéutica prohíben atender tanto familiares como amigos.

Pese a que una relación familiar y de amistad son diferentes, es imposible apagar una amistad en el momento que se entra al consultorio. La objetividad, la confidencialidad, el profesionalismo y el rol del psicólogo/terapeuta se ven comprometidos.

Por otro lado, también es cierto que los márgenes de una amistad no son tan claros como el de la familia. La confianza que se genera en una amistad juega como una característica negativa dado que el rol del psicólogo se ve comprometido. La escucha y habla del terapeuta se confunde con una charla normal entre amigos.

La experiencia previa también juega un papel negativo. Lo que se le dice a un amigo puede ser mucho más amplio, así como lo que se puede escuchar del mismo por lo que el psicólogo ya tendrá una imagen definida del amigo que consulta. Esta imagen cancela un juicio objetivo por parte del psicólogo. 

Conclusión

Un psicólogo no puede tratar a un familiar porque esto compromete los pilares básicos de una terapia efectiva. La terapia debe ayudar y mejorar la salud mental del paciente. Los lazos familiares son incompatibles en el campo de la psicología clínica y bloquean cualquier efecto positivo que esta pueda tener en la salud mental de cualquiera.

Por esta razón es importante tener fuertes límites éticos al desarrollar la profesión para asegurar el correcto desempeño de la misma así como aprovechar sus beneficios.

En el caso del paciente se recomienda buscar un psicólogo con el que no tenga una relación amistosa o familiar previa. Sí puede pedirle a un familiar una recomendación o consejo para la visita de otro profesional. 

Por otra parte, el psicólogo debe solo atender personas con la que pueda mantener una relación objetiva y profesional.

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Bruno Casanova es estudiante avanzado de Psicología en la Universidad de Psicología del Uruguay. Le interesa principalmente el enfoque psicoanalítico de la Psicología. Es un apasionado del cine y tiene experiencia como asistente de producción en películas.

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